Comentario
Habría que preguntarse, en primer lugar, por el origen de los dos elementos más característicos del arte maorí: la espiral, quintaesencia de su estila, y la manaia.
La manaia es una especie de perfil ganchudo, que igual puede representar un pájaro, un reptil monstruoso, o un perfil humano; la espiral y la doble espiral, se identifican, a veces, con una esvástica, y se supone inspirada en el nudo marinero o en el follaje de ciertos arbustos.
Algunos autores han propuesto la existencia de una población melanesia anterior a la llegada de los polinesios: según aquéllos, los primeros habitantes de Nueva Zelanda serían melanesios; los maoríes convivieron con ellos durante algún tiempo, pero acabaron por eliminarlos. Estos melanesios serían los responsables de un cierto tipo de población indígena de piel oscura y ojos huidizos. A éstos podrían atribuírseles, también, las fuertes tendencias caníbales que encontraron los primeros colonizadores europeos entre los nativos: es decir, todos aquellos elementos culturales poco dignos de la raza polinesia, afín con la caucásica, podrían imputarse a este fondo de población anterior, un punto de vista que resultaba muy atractivo a los anglosajones. Sin embargo, estos individuos de raza melanesia, supuestamente inferiores, serían, también, los responsables del estilo curvilíneo maorí, cuyos motivos están bien claro en las islas con población mayoritariamente melanesia y colonizadas, desde un principio, por melanesios.
La teoría de una población pre-maorí no tuvo gran vigencia; con lo cual continuaba sin explicación la afinidad entre las formas artísticas maoríes y las melanesias.
Por otra parte, si la manaia representa un pájaro podría, también, establecerse una relación con el culto al pájaro de Nueva Guinea y de la isla de Pascua. Lo curioso es que las formas maoríes aparezcan más relacionadas con islas tan alejadas de su geografía, y tengan mucho menos en común con las formas más abstractas y geométricas de otras islas de la Polinesia, mucho más próximas desde el punto de vista geográfico, y también del histórico.
Skinner, otro gran especialista en arte polinesio, sugiere que los elementos curvilíneos y su eventual relación con un culto al pájaro son más antiguos que el estilo lineal de las otras islas de la Polinesia. Supone que, cuando los polinesios llegaron a Oceanía, vía Indonesia y Filipinas, llevaban con ellos un estilo curvilíneo que hundía sus raíces en las antiguas culturas hindúes y chinas. Ciertas áreas marginales, como la isla de Pascua y Nueva Zelanda habrían retenido, en mayor o menor medida, elementos de una cultura original, en la que predominaba el elemento curvilíneo en sus representaciones artísticas, que se perdió en otras islas. Por tanto, el culto al pájaro de la isla de Pascua, la manaia de Nueva Zelanda y la aparición de pájaros en el arte rupestre de ambos lugares serían residuos de un antiguo culto al pájaro, del cual también formaría parte la creencia de que las almas de los guerreros se convierten en pájaros, la cual aparece en las islas Salomón.
Este mismo razonamiento resultaría válido a la hora de rastrear el origen de la espiral, que también aparece en China, en India y en Persia, y, por supuesto, en Nueva Guinea, sobre todo en la región del río Sepik.
El representante más conspicuo de la teoría contraria es Te Rangi Hiroa, quien supone que la primera ola migratoria de polinesios salidos del SE de Asia se dirigió, primeramente, hacia Micronesia, soslayando las islas melanésicas. En Micronesia se empobrecieron culturalmente, de manera que cuando recalaron en las islas Sociedad, desde donde se dispersarían por todo el Pacífico, su cultura estaba ya constituida por formas regresivas, propias de habitantes de atolones. Después de esa dispersión, cada isla desarrollaría su propio esquema cultural.
En estas dos teorías quedan esbozadas las dos tendencias que proponen un origen externo de las formas maoríes, frente a un desarrollo autóctono. Sin embargo, esta última está siendo aceptada de forma mayoritaria.
Efectivamente, Gilbert Archey, otro gran estudioso del arte maorí, sólo reconoce una concomitancia entre éste y el del resto del mundo oceánico: la representación curvilínea de la figura humana. El proceso que sigue la evolución de las formas la encaja dentro del punto de vista del arte por el arte, es decir, de un proceso artístico basado en la evolución lógica de las formas, que en Nueva Zelanda se desarrolló en diseños curvilíneos, quizá porque la tendencia artística coincidía con una gran abundancia de maderas blandas, que facilitaban la labor del tallista. En cuanto a la evolución estilística, supone que se, pasó de la representación de objetos familiares y formas naturales a un interés creciente en la exploración de las formas utilizadas, lo cual dio como resultado la tendencia hacia fórmulas cada vez más convencionales y abstractas.
De esta manera, la manaia, por ejemplo, que se había considerado como representación de un pájaro, de un reptil monstruoso, especie de genio protector, o de la simbiosis de un águila y de una serpiente, no sería tal, sino que derivaría de una cabeza de frente, presentada de perfil.